¿Cómo ser un consumidor consciente?
Nuestras posibilidades de adquirir bienes o servicios son cada vez mayores. De ahí que sea más importante que nunca actuar como consumidores conscientes.
En la actualidad, estamos rodeados tanto de productos como de servicios e información -demasiada y sin filtro-. Muchas empresas y todas interesadas en crear «ese producto sin el que no podamos vivir», empleados inteligentes que dedican todos sus esfuerzos a intentar conseguir que en nosotros aparezca o se refuerce un deseo. Así, en este contexto tan especial, hablaremos de la importancia del consumidor consciente.
Comencemos con la definición. El consumo, según la Real Academia de la Lengua española, significa ‘Dicho de la sociedad o la civilización que está basada en un sistema tendente a estimular la producción y uso de bienes no estrictamente necesarios’.
En cambio, según esta misma academia la consciencia es ‘La capacidad del ser humano para reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella’.
Ahora bien, el consumo consciente tiene que ver con adquirir productos o servicios que vayan en pro de la sostenibilidad. Además, que promuevan una elección que vaya en sintonía con nuestra responsabilidad en cuanto al impacto que generamos en el entorno. Esto implica que seamos considerados con los demás, con el medio ambiente y con nosotros.
Consumidor consiente, rompiendo barreras
El consumo consciente es una iniciativa que nos invita a no ser indiferentes ante lo que el consumo puede causar sobre la naturaleza y otros seres. Además, promueve la reflexión sobre nuestras inversiones, por lo que todos podemos llegar a ser este tipo de consumidores.
Para llegar a ser consumidores consientes, podemos ampliar nuestra consciencia sobre nuestro comportamiento, pensamientos y emociones. Para ello, hacemos bien estando en contacto con lo más profundo de nuestro ser: así sabremos qué opciones elegimos y para qué y por qué lo hacemos. De este modo, podríamos llegar a ser más asertivos en nuestro consumo.
Ahora bien, es fundamental no solo hacer hincapié en nosotros, sino también en el impacto que nuestro consumo genera a la naturaleza y a los demás. Para ello, podemos cultivar la compasión y la empatía; maravillosas herramientas que potencian una interacción sana con los demás.
También es importante que tengamos en cuenta al medio ambiente y no solo las necesidades inmediatas. Para ello, podríamos preguntarnos, ¿de qué manera puedo contribuir a disminuir el malestar medioambiental? Podemos comenzar paso a paso, lo importante es elegir alternativas que destruyan menos y potencien más el bienestar.
¿Cómo digiero la información?
Gran parte del consumo actual se basa en estrategias de información para que compremos o adquiramos determinados servicios. El consumo consciente no busca que eliminemos por completo el uso de servicios o la compra de productos, más bien nos invita a que elijamos lo que realmente necesitamos y busquemos lo que más nos favorezca a todos. Para ello, también debemos hacer hincapié en la información.
Una tarea del consumidor consciente es analizar si está cayendo en la obesidad informativa o si realmente sabe seleccionar la información que necesita y la gestiona en favor real de su bienestar. Esto no significa que veamos el marketing digital como nuestro peor enemigo, más bien que lo usemos a nuestro favor, adscribiéndonos a unos límites.
Consiste en tener en cuenta que el consumidor consciente conoce el impacto que genera. Así, a la hora de consumir, podemos preguntarnos: ¿necesito ese producto?, ¿cómo influye en el medio su producción?
En cuanto a la información, también es importante, ayudar a que los demás conozcan iniciativas positivas en lo que se refiere a la inversión y adquisición de bienes. Hay tareas pequeñas que todos podemos realizar y en las que no reparamos o de las que no estamos informados.
Valores y creencias
Tal y como revela en su tesis doctoral Albert Vinyals i Ros, hablar de consumo sostenible está bien visto en una sociedad cambiante en la que cada vez hay más datos que refuerzan la existencia de un cambio climático. Sin embargo, parece que hay una diferencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Los estudios nos dicen que el medio ambiente es uno de los factores con menos peso de nuestra lista de condicionantes a la hora de decidir. Por norma, suelen pesar más variables como el precio o la estética.
Entonces, es importante para que el consumo se dé de forma consciente, que nos centremos en valores que faciliten que nuestro impacto sea lo más positivo posible. Así, propiciaremos el bienestar. Algunos valores que nos ayudan a ello son:
- Respeto.
- Autenticidad.
- Altruísmo.
- Empatía.
- Ética.
El consumidor consiente sabe lo que vale, por lo tanto, implementa en su vida lo que necesita de verdad. Además, aconseja de forma ética y sabe el poder que tiene tanto para recomendar, como para comprar. Además, compra y hace uso de servicios a empresas responsables.
Motivación
Cuando las personas percibimos un beneficio tras una acción, nos sentimos reforzadas y contamos con mayor probabilidad de realizarla otra vez. De hecho, un factor que ayuda a que no seamos consumidores conscientes, es que hay un gran incentivo, la comodidad. Entonces, para llegar a serlo, es esencial, salir de nuestra zona de confort.
Para ello, necesitamos una motivación intrínseca; es decir, que vaya en sintonía con la propia satisfacción de hacer las cosas para generar un impacto positivo. Así, podemos llegar a un consumo transformador.
Hábitos de consumo
Los hábitos son formas de comportarnos repetitivas. Así, para lograr ser consumidores conscientes debemos cambiarlos por unos más sostenibles. Para ello, deben estar en sintonía con nuestras emociones y nuestra economía; de lo contrario no podremos mantenerlos.
Una forma de cambiarlos es dejando a un lado la pereza, ya que muchas veces nos lleva a la procrastinación, y simplemente vemos como el tiempo pasa y seguimos sin cumplir nuestros objetivos.
También, podemos acudir a libros o guías que nos ayudan a ir en armonía con una inteligencia ambiental, por ejemplo, el de Daniel Goleman, que nos invita a reconocer los impactos ocultos en lo que compramos o usamos.
Planificación para ser consumidor consciente
Una buena planificación nos ayudará a ser consumidores conscientes. Nos ayudará a establecer prioridades y a seguirlas. Por otro, nuestra capacidad adquisitiva y el precio también son un factor importante. Eso incluye no hipotecar nuestro futuro.
Además, podríamos hacer un plan de inversión. Recordemos que el consumo consiente no solo tiene que ver con el medio ambiente y con los demás, también con nosotros. Para saber si estamos en ello, podríamos preguntarnos: ¿me favorece lo que consumo?, ¿en qué medida daña o beneficia mi salud física, emocional y social?
En suma, cada uno de nosotros puede llegar a ser un consumidor consciente y ayudar a que los demás lo sean. Se trata de un beneficio, para la naturaleza, los demás y nosotros. Así, sumamos peldaños para el bienestar propio y colectivo. ¡Mejoremos la calidad de vida juntos teniendo en cuenta nuestro impacto en la compra y el uso de servicios!
Comentarios
Publicar un comentario